Para cualquier organizador de eventos, los decorados naturales son los más buscados.
Una boda en la playa, frente al mar, es uno de los mejores entornos que podríamos tener.
Pero no podemos quitar y poner naturaleza, como si fuera moqueta ferial, ni puedes pagar para disfrutarla en exclusiva.
En España no hay zonas de playa privada, lo más parecido son las zonas de difícil acceso. Según el artículo 32.1 de la Ley 22/88, de 28 de julio, solo está permitida la ocupación de dominio público marítimo-terrestre para realizar aquellas actividades o colocar instalaciones que, por su naturaleza, no pueden tener otra ubicación. Es decir, las bodas en la playa no están permitidas porque se considera que se pueden organizar en cualquier otro lugar. Los Ayuntamientos no permiten usos particulares, aunque algunos dan permisos especiales, que cuestan dinero y exigen medidas de seguridad ambiental. También pueden pedir una fianza por posibles desperfectos y seguros de Responsabilidad civil.
Si sólo hablamos de la ceremonia (por supuesto Civil, la Iglesia no celebra sacramentos en un lugar sin consagrar), es posible que el Ayuntamiento mire para otro lado, siempre y cuando sea un uso moderado, respetuoso y de corta duración.
Por lo tanto la primera regla para celebrar una boda en la playa es, precisamente, cumplir con los anteriores adjetivos, porque si no la policía podrá desmontarte el decorado en cualquier momento.
El uso y disfrute público que nos permite apropiarnos gratuitamente del mejor fondo fotográfico, lleva como condición que nuestros clientes se conviertan en protagonistas de la jornada de playa familiar. Por lo tanto la segunda premisa que debes asumir es resignarte a tener invitados sorpresa con pareos en el mejor de los casos.
Los sufrimientos de nuestras invitadas con tacones, nos han agudizado el ingenio, y saludamos con alegría la aparición de los cubre tacones. Sin embargo, en la arena, ni este, ni ningún otro invento nos será de utilidad, y se unen los caballeros a los “invitados incómodos”.
Concluimos que la tercera regla debe ser advertir a los invitados del terreno que van a pisar para que adecúen su outfit.
Ya que iniciábamos el artículo hablando de la moqueta ferial, le haremos una mención especial. Es un material que necesita una fijación fuerte para evitar que se doble, se arrugue y se hunda bajo nuestros pies. Así pues la cuarta regla es nada de moqueta. Marca el pasillo de la ceremonia con flores grandes (los pétalos se vuelan) u otros elementos decorativos.
Un último detalle. La mayor coincidencia de playa y montaña es: la ausencia de enchufes. Así que tendrás que usar luz natural, y os aconsejamos sombrillas, paypays y como siempre un plan B en el interior.